lunes, 21 de noviembre de 2011

Tragedia en el Sarmiento, dolor y muertes que se podrían haber evitado


Varias causas y responsables
Nuevamente la muerte golpea a distintas familias en un hecho que nunca debería haber ocurrido, tratándose el ferrocarril de uno de los medios de transporte más seguros en todo el mundo. Pero aquí, en Argentina no puede serlo porque no se invierte en su soterramiento y no se lo mantiene en condiciones de seguridad.
Las primeras informaciones y las filmaciones en el área parecen confirmar que el chofer de la línea 92 decidió pasar con la barrera a medio bajar, a pesar de que las señales lumínica y sonora del paso a nivel anunciaban que no podía hacerlo.
Un error humano del chofer, un terrible error que le costó la vida a él y, al menos a 8 personas más. Y que ha dejado un tendal de cientos de heridos de distinta gravedad.
Más allá de lo que determinen las pericias, resulta claro que este comportamiento equivocado no sólo tiene su origen en la insuficiente capacitación de los choferes profesionales, sino también en el estado de semi abandono en el que se encuentra la red ferroviaria. La barrera a medio levantar en el momento en que el tren pasa y arrolla al colectivo es sólo una muestra de esto; los pasajeros que diariamente usan el servicio pueden dar cuenta de muchas falencias más. Y los transeúntes y automovilistas que sufren las demoras de tener que esperar que la barrera se levante para pasar también. Estas demoras y las fallas frecuentes del sistema incitan a estos últimos a cruzar con las barreras bajas.
Y la causa más grave, madre de esta tragedia, es la nunca comenzada obra de soterramiento del ferrocarril. Las autoridades responsables no pueden ignorar que, ni la Ciudad de Buenos Aires, ni alrededores deberían tener ya pasos a nivel. Los trenes deben ir por arriba o por abajo, nunca al mismo nivel que el tránsito vehicular o peatonal. Es un principio básico de las ciudades seguras la supresión de los pasos ferroviarios a nivel.
Además esto traería enormes beneficios adicionales, ya que los trenes podrían circular mucho más rápido y sin interrupciones, con el consiguiente beneficio para el trasporte público masivo, además de menor contaminación sonora y ambiental. Esta asignatura pendiente tiene un altísimo precio en vidas humanas, más de 300 por año, más las pérdidas económicas por las demoras al tránsito.

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