Garret Morgan nació en Kentucky, hijo de antiguos esclavos. Tuvo poca educación formal, pero le gustaba experimentar con cachivaches mientras se ganaba la vida reparando máquinas de coser. Trasladado a Cleveland en 1895, consiguió abrir su tienda de reparaciones en 1907, a la que más tarde añadió una exitosa sastrería.
Su segundo invento más importante fue el semáforo. Cada vez más y más automóviles compartían las carreteras con carruajes y bicicletas. Un día Morgan vio un accidente entre un automóvil y un carro de caballos en el que una niña resultó seriamente herida. Entonces había un mecanismo para ceder el paso operado por un policía. Era costoso en mano de obra, no permitía las paradas completas y asumía que el tráfico siempre se movía en una dirección u otra. Se le ocurrió colocar señales rojas y verdes combinadas con un timbre de advertencia y consiguió que la American Traffic Light Company los instalara el 5 de agosto de 1914 en la esquina entre la calle 105 y la Avenida Ludid, de Cleveland. Este invento no fue patentado y otras versiones de otros inventores, como una utilizada en Nueva York en 1918 con luces rojas, verde y ámbar tampoco lo fueron.
El invento de Morgan constaba de manivelas eléctricas que giraban los brazos que mostraban el derecho de paso o la obligación de pararse. Todavía aparecía el usual «stop». La figura 1 muestra el invento deteniendo el tráfico que se aproxima de frente y dando paso al tráfico que se aproxima de lado, lo que puede observarse por el «go» que aparece en el extremo del brazo derecho y a la derecha del extremo superior del poste. La figura 2 muestra los dos brazos levantados para detener todo el tráfico (ya que en todos los lados se puede leer «stop») y que puedan pasar los peatones. La figura 3 es una vista lateral de la figura 1 y la figura 4, de la 2. También aparece en el diseño un mecanismo para evitar cualquier daño absorbiendo la inercia.
Un semáforo manual llegó a Londres en 1926 y un sistema automático se instaló en Wolverhampton en 1927. El invento de Morgan se utilizó en todo Estados Unidos hasta que fue reemplazado por los semáforos modernos. Finalmente, vendió sus derechos a General Electric por 40.000 dólares, una cantidad considerable para la época. Murió en 1963, poco después de recibir una condecoración del gobierno norteamericano por su contribución a la seguridad del tráfico.
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